Controversia sobre Lula en el lanzamiento de la campaña mundial contra la pobreza

por Virginia Matos – Aunque se trató de un acto que forma parte del programa del V Foro Social Mundial (FSM), que se realiza en Porto Alegre (Brasil), la participación del presidente Lula da Silva en el lanzamiento de la campaña «Llamada Mundial para la Acción Global contra la pobreza», fue el de un acto político del Partido de los Trabajadores (PT).

Esta campaña promovida por más de 100 organizaciones civiles de diversas partes del mundo, propone el perdón de la deuda externa de los países pobres y cambios en el comercio internacional que permitan el cumplimiento de las Metas del Milenio propuestas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La cita para el lanzamiento fue el jueves 27 en el estadio cerrado «Gigantinho» del «Internacional», uno de los equipos de fúlbol de Porto Alegre, y contó con la asistencia de unas 12 mil personas. La capacidad del estadio se aproxima a los 15 mil, pero una de las tribunas estaba enteramente ocupada por una gigantesca bandera brasileña, a pesar de que el FSM es un acontecimiento mundial.

La amplísima mayoría del público eran fervientes adherentes al PT, lo cual quedaba claramente demostrado por la leyenda en las espaldas de sus remeras: «100% Lula», y el ímpetu de sus cánticos y demostraciones de aprobación hacia el presidente, expresadas durante las dos horas previas al comienzo de su alocución, mientras ingresaba el público.

La contracara aunque escasa en número eran unas 40 personas adherentes al Partido Socialismo y Libertad (PSOL, escindido del PT), al Movimiento de los Sin Tierra (MST), y al Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU, de ideología trotskista). Ese grupo lo abucheó ruidosamente con duros cánticos, expresando la desaprobación a su gestión con el clásico gesto de pulgares hacia abajo. «Traidor, traidor» y «fuera de aquí Lula y FMI», vociferaban al comienzo de su alocución, haciendo que las palabras de Lula fueran casi inaudibles durante los primeros minutos.

Lula respondió a estas expresiones señalando que «esos que no quieren oír son hijos del PT que se rebelaron. Es propio de la juventud. Pero un día van a madurar y volverán a casa. Y los recibiremos con los brazos abiertos», sostuvo entre irónico y conciliador.

Mientras tanto, afuera, los manifestantes contra el mandatario se concentraban en un número estimado cercano a las 300 personas. Desde una pequeña plataforma situada a unos 3 metros de altura, montada en la propia entrada del Gigantinho, algunos arengaban a la masa opositora que lanzaba algunos objetos contra la policía.

La reacción policial no se hizo esperar: al menos dos personas fueron detenidas. Una de las manifestantes denunció indignada a los medios de prensa del mundo: «esto es una dictadura militar. El gobierno de Lula manda apresar a compañeros que están manifestando. Lo que queremos es libertad», decía reconociendo que reprimieron sin violencia. Inmediatamente los propios manifestantes organizaron un cordón para contener a la masa que ya había roto parte del alambrado que separa el interior del exterior del estadio.

Lula continuista

Además de los movimientos políticos mencionados, la gestión de Lula es cuestionada por buena parte de los sindicatos brasileños, grupos de agricultores y universitarios. Una publicación del sindicato de los servidores de justicia de Río Grande do Sul entregada al público en este evento afirma que Lula «expresa la continuidad en todos los terrenos, del gobierno de Fernando Henrique Cardoso» (su antecesor). Además, le cuestiona que en 2004 haya hecho «un gran esfuerzo para que se aprobaran reformas de carácter neoliberal: la sindical, la laboral y la universitaria». Asimismo manifiestan que «con la guerra imperialista y criminal de George Bush, Lula continuó pagando la deuda y cumpliendo los acuerdos con el FMI, financiando la muerte de millares de inocentes iraquíes, víctimas del poderío económico estadounidense».

Para este sindicato así como para el Instituto de Estudios Socioeconómicos, una de las principales banderas del gobierno de Lula -el programa Hambre Cero- es un verdadero fracaso, lo cual se hace extensivo a las políticas sociales en general para las cuales «se redujeron los recursos».

La organización ambientalista Greenpeace también expresó su oposición a la postura de Lula favorable a la energía nuclear que se traduce en su apoyo a la construcción de la central Angra 3. A través de diversas actividades que se desarrollarán durante el FSM, y con remeras alusivas en la actividad del Gigantinho, Greenpeace demanda al presidente brasileño que en lugar de destinar «billones de dólares» a esta fuente energética, los vuelque al combate de la pobreza.

Los organizadores del evento esperaban estas reacciones en contra, y por lo tanto los líderes locales del PT y de la central sindical CUT trabajaron durante semanas para evitar actos de protestas masivos y controlar la situación dentro del Gigantinho. Varios transportes llevaron militantes petistas y de la CUT, y se imprimieron 11 mil camisas y banderas apoyando a Lula.

El discurso

En el discurso en el Gigantinho, Lula prometió defender en el Foro Económico de Davos (Suiza) los intereses de los países en desarrollo. «Voy a decir lo que estoy diciendo aquí. Es preciso transformar el hambre, que es un problema social, en un problema político. Gente que toma café, almuerza y cena, encuentra que la campaña contra la pobreza es proselitismo. Pero para la mayoría del pueblo brasileño, tres platos de comida por día es la mayor revolución que se puede hacer», afirmó.

La presentación se realizó en el marco del lanzamiento de una campaña global contra el hambre promovida por unas cien organizaciones. Los demás panelistas presentes y en alguna medida el lanzamiento del emprendimiento quedaron en segundo plano por la presencia de Lula. Lo acompañaron en la mesa Coumba Toré (red africana de edución), Guy Ryder (de la confederación internacional de organizaciones sindicales libres), Cándido Grzybowski (de la ONG Ibase de Brasil), J. Samuels (Actino Aid) y Wahu Kaara (Consejo Ecuménico Africano).

Durante su discurso que duró unos 40 minutos, el presidente de Brasil destacó los avances de la articulación entre los países da América Latina, África y Asia; valoró positivamente el entendimiento entre Brasil y Argentina y el reciente triunfo de la izquierda en Uruguay, afirmando que sólo la unión de los iguales permitirá que otro mundo sea posible, tal como reza la consigna del FSM.

El ex obrero y sindicalista recordó que antes de su gobierno Brasil miraba solamente a Estados Unidos y Europa, panorama que a su juicio se modificará sustancialmente con la reciente creación de la polémica Comunidad Sudamericana de Naciones que permitirá que los países sudamericanos dejen de estar subordinados al mundo desarrollado.

Defendiendo su política interna y externa, Lula recordó que en dos años hizo más visitas a países africanos que todos los presidentes anteriores. «Hice eso porque tenemos responsabilidad con África. Queremos saber como o Brasil puede ayudar», dijo, citando como ejemplo la amnistía de la deuda por parte de su país a naciones como Mozambique, Gabón y Bolivia.

En defensa de su gestión, Lula se refirió a la situación en la que recibió el país al asumir su mandato en 2003. Recordó que Brasil tenía un déficit de 32 billones de reales, situación que se revirtió de tal modo que ahora se alcanzó un superávit de 10 billones de reales. «Heredamos un país sin crédito para exportar y ahora batimos récord de exportaciones con 96 billones de reales en 2004 afirmó.

Las repercusiones del discurso de Lula han sido variadas. En el seno del FSM son evidentes las críticas y desconfianzas con el presidente, su mensaje central sobre el hambre ya no es motivo de particular atención y en cambio las polémicas se desencadenan sobre las prácticas concretas del gobierno brasileño. La prensa local destacó tanto los abucheos como el apoyo a Lula desde las tribunas, y casi todos subrayaron el error presidencial cometido en el discurso cuando confundió al presidente de Argentina actual, Néstor Kirchner, llamándolo «compañero Menem».

Pocas horas después, Lula partía hacia el Foro Económico de Davos, en el avión presidencial que acaba de comprar (un Airbus 319 especialmente modificado) para reunirse con el pequeño grupo de dirigentes de la economía mundial. Lo están esperando personajes como Bill Gates, Tony Blair y Bono de U2. Entretanto, aquí en Porto Alegre, más de cien mil personas siguen en las actividades del Foro Social Mundial.

V. Matos es periodista y colabora en la cobertura del Foro Social Mundial con D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad – América Latina). Publicado en La Insignia el 29 de enero 2005.