Lula: tan cerca de Davos, tan lejos de Porto Alegre

Lula: tan cerca de Davos, tan lejos de Porto Alegre

Fsm2005apor Eduardo Gudynas – Tras su agitada conferencia en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, el presidente de Brasil, Lula da Silva, voló directamente a Davos para intervenir en el Foro Económico Mundial. Algunos podrían decir que eso no tiene mucho de particular, pero en realidad el Foro Social Mundial (FSM) se creó como contracara del Foro Económico Mundial de Davos (FEM). Empresarios, magnates y dirigentes políticos de los países ricos se reúnen en las montañas de Suiza mientras que movimientos sociales y sindicatos van a las calles de Porto Alegre a denunciar todo lo que Davos olvida. El FEM celebra la globalización neoliberal, mientras que el FSM permite entender sus impactos negativos y abre las puertas a nuevas alternativas.

Los dos foros estén en buena medida contrapuestos, y por lo tanto rechina que participantes destacados vayan de uno al otro. La situación se ha enfatizado con el presidente Lula al presentarse en el FEM como un «puente» entre Porto Alegre y Davos, misión que nadie le encargó y que ha sido criticada por muchas organizaciones ciudadanas. Para agudizar el problema, luego de una presentación ofrecida por el presidente de Brasil en Davos, el presidente del Citibank, William Rhodes, sostuvo ante toda la audiencia que la implementación del plan económico de gobierno de Lula «era un buen ejemplo para el mundo», lo que se convierte en una nueva señal de que ese camino va en sentido contrario al que se postula en Porto Alegre.

En efecto, a diferencia de lo sucedido en los últimos meses, en este Foro Social Mundial, las críticas que antes se hacían al gobierno Lula en las charlas de café o en la confidencia de un pasillo, pueden escucharse en muchos talleres. Diferentes organizaciones y redes sociales han venido denunciando en los últimos meses los graves problemas que afrontan las medidas gubernamentales en las áreas de políticas sociales, las dificultades de programa «Hambre Cero», la situación crítica de los derechos humanos y el empequeñecimiento de la agenda ambiental hasta hacerla casi desaparecer. Todavía hay más cuestionamientos sobre las medidas económicas, por su fuerte sesgo neoliberal, junto a iniciativas sorprendentes como ir por iniciativa propia más allá de las metas de superávit primario que exige el Fondo Monetario Internacional. En efecto, el gobierno Lula ofrece la originalidad de haber elevado por su propia decisión el objetivo de superavit a 4,25% del PBI en 2003, y luego a 4,50% de PBI en 2004, de la mano con recortes millonarios en la asignación de fondos públicos a programas que van desde la vivienda para sectores populares a la protección ambiental.

Criticar a la figura de Lula es difícil, y otro tanto se repite cuando se cuestiona al gobierno del Partido de los Trabajadores. Hay mucha simpatía, una dosis de carisma y una historia florida que movilizó la esperanza de muchas personas en Brasil y en el resto del mundo como expresión de una nueva política y un nuevo desarrollo. Nada de eso ha sucedido, y a estas alturas la mayoría lo reconoce; las diferencias se abren entonces con los que defienden al actual gobierno de Brasil aludiendo a cuestiones como un «mal asesoriamento» al presidente, que las condiciones internacionales impiden hacer otra cosa, la falta de una mayoría parlamentaria o incluso la necesidad de reformas estructurales para salir de la pobreza como antesala a un camino progresista. Es difícil defender muchas de esas justificaciones, y eso explica el acto en contra que recibió a Lula en Porto Alegre, las rechiflas contra algunos de sus ministros y contra el secretario general de la central sindical CUT, y otras expresiones críticas en las marchas callejeras.

En este momento, el mensaje de Lula como presidente, y la estrategia de su gobierno son muy distintos a lo que se discute y propone en Porto Alegre. Sin duda que desde Brasilia hay iniciativas con títulos novedosos y se insiste en mejorar la información y participación pública, pero la marcha concreta de las medidas siguen una senda convencional y conservadora. En el FEM, Lula, junto a varios de sus ministros, defendió sus elevadas tasas de interés, pidió nuevas inversiones y proclamó el «crecimiento sostenible» de la economía. Es así que Lula está más cerca de Davos y mucho más lejos de Porto Alegre.

Esa distancia explica los cuestionamientos que ha recibido la presencia de Lula en Porto Alegre y la autoasignación de convertirse en un «puente» con Davos. En el Foro Social Mundial de 2003, con Lula recién electo, la esperanza estaba en pleno apogeo, y el presidente ofreció un discurso ante una audiencia multitudinaria en Porto Alegre, para repetir la misma estrategia de volar enseguida a Davos. Aquel fue un momento donde el apoyo era enorme y los aplausos se sucedían. Hoy, en cambio, la conferencia de Lula en Porto Alegre fue en un reciente más pequeño, requirió un trabajo previo y una fuerte presencia de militantes fieles para evitar que predominaran los abucheos.

En el año 2003, un grupo de activistas cuestionó el viaje de Lula a Davos bajo la consigna «No en nuestro nombre», que aludía a varios problemas como recordar que el Foro es una iniciativa de la «sociedad civil» y no de gobernantes y que nadie había elegido al presidente de Brasil para representarlo en el FEM.

Al repetirse este problema en la presente edición del Foro, Pablo Bergel, sociólogo argentino que ha dos años participó de aquellos cuestionamientos, agrega que el «episodio Lula» muestra la incapacidad de la comisión organizadora de «sostener y hacer respetar la Carta de Principios del FSM» como espacio independiente propio de la sociedad civil. Este es un problema recurrente que en el tercer FSM quedó en un segundo plano por las expectativas con Lula, pero que hoy, con una creciente desilusión y perplejidad, queda muy a la vista.

Este cuestionamiento tiene sin duda una ventaja: es parte de un proceso de maduración de las organizaciones ciudadanas, que redefinen su independencia mientras insisten en su mensaje por un camino alternativo de desarrollo. Está claro que la respuesta no se encuentra en Davos.

E. Gudynas es analista de informacion en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad – America Latina). Publicado en La Insignia el 1 de febrero 2005.