por Diego Martino y Carolina Villalba – ¿Existe una relación entre el ambiente y la economía? No cabe duda de que el crecimiento económico de los países, en particular los llamados “en vías de desarrollo”, está íntimamente vinculado a la explotación de los recursos naturales, ya que son la base de sus exportaciones. Esto se ve reflejado en el porcentaje del PIB relacionado con la extracción de recursos naturales en varios países latinoamericanos. A modo de ejemplo, el 20% de los diez primeros productos exportados en América Latina durante 2005 fueron de origen natural. En Uruguay, los productos de origen natural representaron el 65% de las exportaciones el año pasado.
Los últimos años han sido especialmente favorables para la producción de bienes naturales, ya que se han registrado crecientes aumentos en los precios internacionales de los minerales y productos agropecuarios. En este sentido, estudios del Banco Mundial muestran que los recursos naturales representan el 26% de la “riqueza” de los países de bajos ingresos. Empero, el ambiente provee mucho más que recursos naturales a ser explotados para aumentar el PIB de un país. Provee servicios, llamados servicios ambientales y servicios ecosistémicos, que van desde el control de inundaciones y la buena calidad del aire hasta oportunidades de recreación.
Para comprender mejor la relación entre ambiente y desarrollo, en primer término debemos recordar la evolución en los parámetros de medición del concepto “desarrollo”. Hasta mediados de la década del ochenta, el mismo se medía exclusivamente mediante el uso de PIB per cápita. Más tarde comenzó a romperse la identificación simplista que lo asociaba con los niveles elevados de crecimiento y se comenzaron a vincular sus indicadores con el ambiente. Primero fueron añadiéndose elementos que tenían en cuenta aspectos de equidad, como el índice de Gini y la curva de Lorenz. Sobre principios de los años noventa se comenzó a utilizar el índice de desarrollo humano (IDH). Este surge como una iniciativa para clasificar los países a partir de variables que relacionan distintos aspectos del desarrollo humano en forma conjunta. Finalmente, desde principios de este siglo, ha tomado relevancia el concepto de bienestar humano basado principalmente en el trabajo del economista indio Amartya Sen.
Bienestar humano
La definición de bienestar humano esta íntimamente relacionada con las libertades que los individuos tienen para poder vivir el tipo de vida que valoran. Se describen cuatro componentes del mismo: la seguridad, la salud, las relaciones sociales y los bienes materiales. Los cuatro están fuertemente ligados con las libertades individuales. Este concepto ha venido utilizándose en forma creciente en las evaluaciones de estado del ambiente a nivel mundial como, por ejemplo, en el Millenium Ecosystem Assessment y en el cuarto informe de las Naciones Unidas sobre el estado del ambiente (GEO-4).
Actualmente están culminando dos procesos de evaluación de estado del ambiente. Uno ha sido realizado a escala global y el otro ha sido preparado específicamente para Uruguay. Ambos procesos comparten la misma metodología, conocida como GEO, y tienen como parte de su objetivo analizar de qué modo los cambios en el ambiente afectan el bienestar humano. En el GEO-4, se concluye que los mismos tienen profundas implicancias en el bienestar humano. A su vez, en el trabajo de Uruguay se destacan los procesos de cambios ambientales, pero también la falta de información existente para evaluar sus impactos en el bienestar humano.
Los siguientes son sólo algunos ejemplos del informe GEO-4 sobre cómo los cambios ambientales afectan a cada componente del bienestar humano.
Seguridad
El cambio climático y sus consecuencias -tales como la intensificación de tormentas, inundaciones y sequías, y el aumento del nivel del mar- tienen profundas implicancias en la seguridad, particularmente de las poblaciones costeras y/o más pobres.
Salud
El 25% de las enfermedades tienen su origen en temas ambientales.
Unos cuatro millones de personas mueren por año por causas de la contaminación del agua y el aire.
Relaciones sociales
Culturas enteras corren riesgo de desaparecer debido a los cambios ambientales. Las poblaciones de los pequeños estados insulares y del Ártico están expuestas a serios peligros derivados del cambio climático. Algo similar ocurre con poblaciones nativas de selvas tropicales que pierden sus hogares a consecuencia de la deforestación.
Bienes materiales
Casi la mitad de todos los trabajos del mundo dependen de los bosques y la forestación, la pesca y la agricultura.
Costos
La importancia que representa un ambiente sano para el desarrollo se podría ejemplificar claramente si se internalizaran los costos económicos que los impactos ambientales tienen en la sociedad. Tomando sólo como ejemplo la salud, se pierden jornadas laborales y días de clase, se generan costos por internación y gastos por prevención, etc. En este sentido, el reporte Stern (N.del R: informe sobre el cambio climático a nivel mundial preparado por Sir Nicholas Stern en 2006) muestra los altos costos económicos que pueden resultar de los impactos en el ambiente y una de sus conclusiones es que los gastos por actuar en forma temprana son menores que los costos de los futuros impactos.
Existen múltiples formas de internalizar los costos de los cambios ambientales en el bienestar humano. Un ejemplo de ello lo constituye la elaboración de cuentas nacionales ambientales. Efectivamente, cada vez se torna más importante la contabilización de la depreciación de los recursos naturales como un mecanismo útil para tomar decisiones sobre la intensidad de uso y aporte de los mismos a la economía. Existen estudios que sugieren considerar entre 4% y 10% del PIB como un costo por utilizar los recursos naturales.
Instrumentos
El uso de instrumentos económicos para proteger los recursos naturales también forma parte de las opciones para controlar la contaminación. Constituyen uno de los varios medios para incentivar a los usuarios que adopten determinados comportamientos con relación al control del uso del recurso. Un instrumento económico es aquel que afecta los costos y los beneficios imputables a la influencia de las formas en que funcionan las distintas alternativas que pueden elegir los usuarios del recurso en cuestión.
En síntesis, es necesario separar el concepto de “desarrollo” de aquel relacionado al crecimiento de la producción de un país, ya que el incremento del bienestar humano no se mide en términos de PIB. Por el contrario, como lo dijo Amartya Sen, se trata de “incrementar las posibilidades de elección de las personas”. Con ello se refiere no sólo a las posibilidades de elección que permiten un mayor ingreso, sino también a aquellas que habilitan a las personas a desarrollar su potencial y llevar una vida productiva y creativa, de acuerdo con sus necesidades e intereses. Es, en este sentido, que la degradación ambiental tiene importantes consecuencias en las sociedades humanas. Ignorarla, con la excusa de que primero es necesario crecer, constituye una falacia. No existe desarrollo posible de largo plazo sin un ambiente sano que lo sustente.
D. Martino y C. Villalba son investigadores en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES).
Publicado en el suplemento Economía y Mercado del diario El País, Montevideo, el 29 de octubre de 2007. Reproducido en el semanario Peripecias Nº 71 el 31 de octubre de 2007.