por Eduardo Gudynas – Todo el Uruguay votó este domingo 31 de octubre. Las calles estaban repletas de gente en un día típico de una primavera soleada. Casi dos millones y medio de uruguayos votaban entre las ocho de la mañana y las siete y media de la tarde para renovar el poder legislativo, las autoridades nacionales y además expedirse sobre una reforma constitucional referida a la protección del agua.
En las calles ya se vivía el triunfo de la coalición de izquierda Frente Amplio – Encuentro Progresista – Nueva Mayoría (FA) por una cifra que superara el 50% de los votos y que por lo tanto hiciera innecesaria una segunda ronda. Si esto finalmente se concreta, la izquierda habrá conquistado por primera vez el gobierno nacional.
Los otros dos contendientes principales eran los dos partidos tradicionales, el Nacional (o Blanco) y el Colorado, que se han alternado alrededor de un siglo y medio en el poder (especialmente los «colorados») y que sin duda están entre los partidos políticos más viejos del mundo. A la consulta electoral concurrían otras organizaciones menores (Partido Liberal, Partido Intransigente, Unión Cívica), pero sólo el Partido Independiente tiene alguna posibilidad de lograr representación parlamentaria. Las encuestas afirmaban que la mayor cuota parlamentaria estará en manos del FA, mientras que el Partido Nacional será la segunda fuerza en el congreso y el Partido Colorado se encamina a una debacle histórica.
Para subrayar estos nuevos tiempos, el FA ha utilizado en estos últimos días en su publicidad a Mercedes Sosa cantando «Cambia, todo cambia». El momento del cambio político ha llegado a Uruguay. Ese cambio se anunciaba en las calles y en los locales de votación en la capital, Montevideo, donde todo era alegría. Las banderas tricolores del FA eran abrumadoramente mayoritarias en las calles; los automóviles, autobuses y hasta las bicicletas estaban embanderadas. La gente se saludaba en las calles, con las bocinas de los autos o simplemente elevando sus manos con una «V» de la victoria.
La jornada electoral transcurrió entre la normalidad y la sensación de nostalgia por los reencuentros familiares, ya que miles de uruguayos regresaron al país para votar (se estima que sólo de Argentina llegaron más de 40 mil). Además, hubo recuerdos para aquellos que ya no están entre nosotros y que fueron figuras descollantes para llegar a este día; en el cruce de dos de las principales avenidas montevideanas, el boulevard Artigas y la avenida Agraciada había un enorme cartel dedicado al general Líber Seregni que decía: «Cumplimos, general».
El sistema de votación uruguayo mantiene sus singularidades y complejidades, a pesar de haber simplificado algunas facetas. En el día de ayer se votaron simultáneamente grandes «lemas» partidarios y «sublemas» dentro de cada uno de sus partidos. Por lo tanto no sólo se debía escoger un partido, sino también algunas de las opciones dentro de cada uno de ellos.
Los locales de votación son las escuelas de barrio o cualquier otro edificio de uso más o menos público. Allí se instalan las mesas con sus urnas, controlada cada una de ellas por tres personas que llevan el registro de cada uno de los votantes. En Uruguay el voto es obligatorio, y la gente se toma este asunto con bastante seriedad, y desde tempranas horas la mañana concurren a esos locales. Se mezclan edades y actitudes; los jóvenes que concurren con entusiasmo, y otros más veteranos, vestidos con cierta etiqueta, apropiada para un acto que consideran de la más alta importancia. Poco después del mediodía se estimaba que en muchos sitios del país ya había votado el 50% de los inscriptos; hacia el final de la tarde ya había votado un 80% del electorado. Los tres principales candidatos, Tabaré Vázquez (FA), Jorge Larrañaga (Partido Nacional) y Ricardo Stirling (Partido Colorado) emitieron su voto en la mañana. Entretanto, el actual presidente Jorge Batlle (Partido Colorado) volvió a protagonizar uno de sus típicos desaguisados, esta vez con un pequeño incidente con un periodista argentino, cuando fue a votar.
El FA encaró esta campaña electoral con energía y planificación. Meses atrás, en las elecciones internas dentro de los partidos políticos, la dirigencia de la coalición de izquierdas mostró cierta autosuficiencia al presagiar un enorme aluvión de votantes, lo que finalmente no ocurrió. Sin embargo, los dirigentes aprendieron rápidamente la lección de que los votos no son incondicionales, sino que se deben conquistar en cada una de las elecciones.
En consecuencia, la campaña final hacia las presidenciales fue encarada con un gran trabajo, especialmente en el interior del país, recorriendo una por una las ciudades del país. En Montevideo, el proceso tuvo sus aspectos inusuales ya que en las últimas semanas discurrieron con tranquilidad, y por momentos se vivía una cierta apatía. No existieron discusiones políticas de fondo, y el candidato del FA no aceptó debates con los otros candidatos presidenciales. Pero además, Vázquez es un líder político inusual en estos tiempos porque mantiene las distancias con los medios de comunicación; apareció en unos pocos programas periodísticos en radio y televisión, y llegó a dejar «plantados» a varios reconocidos periodistas; esta faceta parece ser una mezcla de posiciones personales y estratégicas de Vázquez y el FA, que servía para distinguirlo de presidentes mucho más mediáticos, como Lula y Chávez. La campaña se reactivó en Montevideo, especialmente con el impresionante acto final del FA.
Ayer, el protagonismo de las elecciones no estuvo entre los líderes políticos sino en la gente y en las calles. A fin de cuentas, son los votantes y los militantes los que han generado el cambio.
E. Gudynas es analista de información en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad – América Latina).