Pequeña historia de tres jóvenes y una asamblea espontánea

por Alberto Hein y Gonzalo Gutiérrez – Noche del domingo 30 de enero. Dos adolescentes negras caminan dentro del predio del Foro Social Mundial de Porto Alegre, a pocos metros del Gasómetro, una antigua edificación donde se alojan el centro de prensa y varios estudios de importantes medios de comunicación. Un automóvil se les aproxima. En él viajan tres hombres blancos que las invitan a subir ofreciéndoles cerveza. Las chicas no aceptan la invitación, y agregan que ellas no beben cerveza. La respuesta que reciben desde el automóvil es contundente: «Todas las negras toman cerveza», y agregan: «Todas las negras son putas».

La agresión verbal pronto se vuelve agresión física, hasta que un joven que presenció los hechos intervino en defensa de las chicas. Inmediatamente después las tres víctimas acuden a los responsables del Movimiento Negro de Porto Alegre que estaban acampados cerca del lugar. En ese momento se toma la decisión de cortar la avenida que pasa frente al Gasómetro. La gente comienza a acercarse y se genera de manera espontánea una asamblea. Se reclama la presencia del secretario de Derechos Humanos del Gobierno de Porto Alegre, de algún representante de la Secretaría de Seguridad Pública y otro del Comité Organizador del Foro Social Mundial. Pasaron más de tres horas desde el incidente, y nadie se acercaba al lugar.

Finalmente llegó la policía. Sus actitudes eran intimidatorias con los asambleístas. Luego apareció una persona que reclamó que fuera despejada la calle. Los convocados no accedieron. Más tarde el secretario de Derechos Humanos hizo acto de presencia. Le piden que enciendan un equipo de sonido para que puedan explicar mejor sus reclamaciones: el funcionario accede y muchos de los presentes comienzan a turnarse para hacer uso de la palabra ante el micrófono. Para dar una versión directa de los hechos, las propias chicas agredidas deciden explicar lo sucedido. Ellas llegaron al foro desde la ciudad de Bahía y afirman sentirse discriminadas por ser negras, jóvenes y mujeres.

Se escuchan propuestas, algunos sugieren hacer una marcha, otros quieren mantener una sentada y reclaman la presencia de autoridades. Alguien dice que no es posible construir otro mundo mientras haya racismo. Otros se cuestionan qué lugar tienen los jóvenes negros en ese nuevo mundo.

Aparece una persona del Comité Organizador del Foro Social Mundial y ofrece su apoyo para que se haga justicia. Un abogado del Movimiento Negro de Porto Alegre, especializado en denuncias de discriminación racial, toma el caso. Lleva a las chicas a un centro médico para corroborar las agresiones físicas y elabora un acta con lo sucedido. Comienza a circular una hoja donde se registran las firmas que avalan la denuncia.

El automóvil que transportaba a los tres agresores es identificado como perteneciente a una de las empresas contratadas por el Foro Social Mundial. Se convocó al titular de esa empresa, quien comprometió su presencia al otro día, al mediodía, en el mismo sitio. Pero cumplido ese plazo, ni él ni el secretario de Seguridad aparecieron.

Ésta es una historia quizás pequeña, una más entre las miles de pequeñas historias que se sucedieron durante el Foro Social Mundial, algunas alegres, otras tristes. Este incidente deja en claro que esta y otras formas de discriminación no son extrañas en Brasil, como tampoco lo son en muchos otros países. Pero el caso es especialmente importante por las características que adquirió la respuesta popular, acompañando a las jóvenes, involucrando a las organizaciones ciudadanas, y demostrando una gran madurez por parte de todas las personas que se autoconvocaron frente al Gasómetro. Mucho se discute en el Foro Social Mundial, pero los tres agresores, sin quererlo, brindaron la oportunidad de ver cuál es el verdadero camino para que los cambios sean posibles.

A. Hein y G. Gutiérrez integran el equipo de D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad – América Latina). Publicado en La Insignia el 8 de febrero 2005.