Anoche, Zavaleta Mercado me mandó un email

Anoche, Zavaleta Mercado me mandó un email

por Eduardo Gudynas – Cuando terminaron de bajar los correos-e en mi computadora, lo vi inmediatamente. El remitente era René Zavaleta Mercado. Quedé atónito. Sólo al día siguiente se lo conté a mi esposa, antes que a nadie más. Ella no me creía y me repetía: “Zavaleta murió hace años”. Tenía razón. Pero como yo seguía fascinado con el privilegio de contar con ese email, ella volvía a la carga: “Ni siquiera existía el correo-e en aquellos años”. Tenía razón otra vez. Pero yo estaba encantado de haber recibido un mensaje de Zavaleta Mercado.

Así es que fui a la computadora para verificar la fecha de envío. Claramente indicaba que fue despachado el 3 de agosto de 1979. De nuevo volvía a pensar que tenía conmigo un texto original. Pero el problema era que el mensaje había tardado 34 años en llegar.

Nadie me cree. Pero recibí un correo-e de Zavaleta Mercado donde me recuerda (nos recuerda) sobre el excedente como transmisor de la ideología de un desarrollo monocorde.

Tal vez esa lentitud no debía sorprender, ya que confirmaría lo que dicen algunos sobre los ritmos cansinos en Bolivia o su desconexión del vértigo global. Pero mirando con más seriedad, Bolivia no ha estado inmóvil y en los últimos años ocurrieron cambios radicales.

Sea de una manera u otra, persistían muchas dudas e incógnitas. ¿Alguien estaría enviando correos-e con una firma falsa? ¿Quién podría hacer eso? Tal vez algún nerd experto en computadoras, un grupo académico, la oposición o tal vez amigos incondicionales del gobierno, estaban intentando alguna jugada con esto. No creo que sea una treta extranjera, aunque no faltarán quienes recordarán que, en tiempos de espionaje global, ese email sea una simple maniobra de los espías cibernéticos para confundir todavía más los debates actuales. O simplemente eran como mensajes en una botella que se lanzaban al océano, donde navegaban por años y años, hasta que alguien tuviera la suerte de rescatarlos.

Excedentes e ideología

Tal vez la solución se encontraba dentro del propio email. A juzgar por su contenido parecía genuino. Era a la vez viejo, con palabras propias de los años setenta, pero también era actual, como si el autor hubiese leído Página 7 de ayer, o mirado el noticiero en la televisión. El texto era convincente. No me parece adecuado transcribirlo textualmente; me aborda un cierto sentimiento de sacrilegio. Pero puedo compartir su contenido esencial.

Comienza por una reacción a los empujes de lo que hoy llamamos extractivismos, al estar basados en explotaciones mineras, petroleras o agrícolas intensivas. Zavaleta señala que esos casos responden a distintas renovaciones de la idea de excedente. Pero advierte que esta es una concepción no sólo del capitalismo actual, sino que tiene por detrás las viejas fantasías de la abundancia y la codicia que alimentaba los mitos de El Dorado o Gran Paititi.

Enseguida, Zavaleta recuerda que las mediaciones entre los oprimidos y los opresores se vuelven más sencillas si se cuenta con un amplio excedente, para disponer de dinero, prebendas o gratificaciones, y que esto hace que pueda convertirse en el factor clave del cambio. A mi modo de ver esa frase de Zavaleta evoca los actuales mensajes que pregonan un horizonte de enormes riquezas a partir de los recursos naturales, con una obsesión tal que desconoce sus impactos sociales y ambientales, a cambio de la promesa de más dinero para repartir.

Es precisamente allí, dice Zavaleta, donde anida la concepción de la riqueza como creadora del poder, expresando así una noción vertical, reaccionaria y elitista frente al pueblo. El énfasis en los excedentes refuerza ese tipo de relaciones. Se busca un cambio más por la compra de lealtades que por la reforma intelectual, repitiéndose de esta manera la herencia histórica de las osificaciones conservadoras.

Zavaleta dedica otro párrafo del email a recordar que este énfasis en los excedentes también determina la sucesión de los modos productivos. Cuanto más se insiste en el extractivismo para recaudar excedentes, más nos hundimos en un tipo de desarrollo monocorde, con menores posibilidades de diversificación. Esto hace que, por un lado, se reduzcan las opciones alternativas, y por el otro, se refuerza la seducción a una nueva cultura que busca su taja en esos excedentes y el acceso al consumo popular. Todo ello, agrega Zavaleta, es una forma de supeditación real del obrero al capital. Sin duda esa idea en estos días se diría de otra manera, pero es fácilmente entendible. El email concluye alertando que de estas maneras, el excedente se vuelve un transmisor de ideología, y ello es posible porque en la base hay una cierta apetencia receptiva.

Mensajes que pocos quieren escuchar

Por supuesto que este mensaje de Zavaleta deja a cualquiera pensando. Pero aunque no puedo explicar su origen tecnológicamente, reconozco que no todo debe ser justificado racionalmente, y menos en el mundo andino. Así es que estoy convencido que el email que recibí anoche es de Zavaleta, llegó por otros medios y desde otros tiempos. Es más, al observar detenidamente los códigos que están en al inicio del mensaje, me encontré que también fue enviado a muchas otras personas en La Paz, Cochabamba, y en otros sitios. ¿Por qué no reaccionaron esos otros destinatarios? ¿Entendieron que eran bromas que debían ser desechadas o el filtro del spam los detuvo?

Para descifrar este problema tuve que recurrir a las enseñanzas de una cochabambina, entrada en años, que me apresuro a aclarar que no es la amiga de Paulovich, sino otra, más adusta y que mucho sabe sobre lo oculto. Esta mujer me explicó que ese tipo de mensajes siempre están llegando a nosotros, no sólo de Zavaleta Mercado, sino de muchos otros intelectuales y militantes. Muchos de ellos están muy inquietos con lo que sucede en Bolivia. Algunos envían sus voces como ecos, otros escriben ocasiones cartas, y ahora hasta usan el email.

Aunque siempre han estado allí esos dichos y saberes, en la actualidad hay muchos que ya no les entienden, unos cuantos más sin duda les comprenden, pero como sus palabras les desnudan sus propios desvíos y contradicciones, prefieren desecharlas. Nunca las reconocerían en público, un poco por vergüenza y otro por temor. Pero esas ideas seguirán permaneciendo. Entretanto, miraste tu celular, ¿cuál es el mensaje que te dejó Zavaleta Mercado? Si no está allí, seguramente sabes donde encontrarlo.

Publicado en Ideas, Página Siete (La Paz, Bolivia), 11 agosto 2013.