por Sanna Stockstrom, Paola Visca y Gonzalo Gutiérrez – En el marco del Foro Social Mundial de Porto Alegre se están desarrollando infinidad de reuniones y talleres de discusión sobre una variada gama de asuntos; uno de los preferidos, tanto por el público como por los panelistas de las distintas actividades, es el de la globalización en todas sus dimensiones, influencias y efectos imaginables.
Entre tantos y tantos encuentros, algunos cuentan con personalidades reconocidas, como el taller «Los principales desafíos de la coyuntura internacional», que fue abierto por Immanuel Wallerstein, el conocido académico de la Universidad de Yale.
En una breve intervención que realizó en español, puso énfasis en la discusión de las posibilidades de acción de los movimientos sociales frente a la situación actual del mundo. En este sentido hizo referencia varias veces a la crítica situación del pueblo de Irak, a la que definió como de desastre y a la nefasta intervención de los EE.UU en dicho país. A juicio del conferenciante, el FSM debería contribuir a formar una acción política mundial, pero es necesario pensar en el corto plazo para poder desarrollar acciones concretas contra el neoliberalismo.
La idea de Wallerstein es pensar en acciones que «respondan a la sensibilidad de todos los lugares del mundo», para que todos se sientan en alguna medida involucrados, identificados. En ese sentido es que Wallerstein le quiere sacar el jugo a la globalización: ya que todos tenemos problemas y necesidades, unifiquemos la acción política global a través de características comunes, para tener mayores probabilidades de lograr los objetivos.
En oposición a esto, nombró qué es lo que los neoliberales buscan con su acción, y resaltó tres cuestiones: la primera se refiere a la reducción del salario mundial, lo que en términos marxistas equivaldría a la búsqueda de un aumento de la plusvalía, es decir una mayor apropiación por el capitalista del valor generado por el trabajo. En segundo término, tratan de eliminar las acciones dirigidas a proteger el medio ambiente, ya que esto implica un incremento de los costos para los capitalistas. Y por último, disminuir lo más posible el llamado Estado del Bienestar, cuyos pilares son tres: educación, salud y una vida digna para las personas de la tercera edad.
Las propuestas de Wallerstein apuntan a redoblar esfuerzos en esos mismos campos, buscando exactamente lo contrario: más educación, más salud y más seguridad social. Propone organizar campañas globales con estos objetivos, pero siempre contemplando las necesidades particulares de lo local.
Tras su intervención le llegó el turno a Ulrich Brand, perteneciente a la Fundación Rosa Luxemburgo de Alemania y a la organización ATTAC. Su punto de vista difería del de Wallerstein desde la manera misma de encarar y concebir la globalización. Para él, más allá de la guerra de Irak y los fenómenos globales, el neoliberalismo está en la vida diaria de las personas. Lo bueno sería pensar en la agenda anticapitalista desde los pequeños pueblos, y hasta en el nivel individual, tratando de lograr instituciones políticas diferentes.
Brand sostiene que para pensar estrategias hay que tomar en cuenta desafíos como los siguientes: para cambiar la sociedad de manera emancipatoria necesitamos cambiar nuestra vida cotidiana, nuestras relaciones, formas de ser, etc. El cambio no pasa sólo por una estrategia, ni por procesos internacionales, son procesos mucho más complejos. Otro elemento importante es pensar la política y el Estado de manera diferente. Subestimar el Estado, pensar que sólo es dominación y opresión, es subestimar al mismo tiempo los aspectos civilizatorios de tener normas, reglas a nivel local, nacional e internacional. Tampoco sobreestimar su capacidad sería lo más deseable. La pregunta es, entonces, cómo actuamos frente al Estado, y esta sería la segunda cuestión.
Otro factor importante para Brand es lo que llamó la «agenda postneoliberal», dentro de la cual subrayó la necesidad de cambiar la forma de la política, no esperar que el Estado cambie solo. La cuestión medio ambiental debería ser otro ingrediente de dicha agenda.
A la hora de enfocarnos en la situación de América Latina encontramos algunas similitudes con los elementos presentados por una panelista proveniente de Corea del Sur, Sohi Minchoi, integrante de «Acción del Pueblo de Corea contra el Libre Comercio». En su opinión tres aspectos impactan la situación de los movimientos sociales en su país en la lucha contra el neoliberalismo; primero, falla en proyectos alternativos de la izquierda; segundo, la cooptación de agendas; y por último, la falta de verdaderos procesos de integración que unifiquen los países asiáticos desde el punto de vista económico, pero por sobretodo político, en los cuales haya un fortalecimiento de la región frente a los impactos negativos procedentes de los propios procesos globalizadores.
Las coincidencias con nuestra región se muestran en los tres niveles mencionados, identificando las regiones del sur entre sí. Por ejemplo, en el caso de las izquierdas latinoamericanas, destaca el gobierno del presidente Lula en Brasil, quien se vio criticado fuertemente en la marcha inaugural del foro con cánticos como «Lula, qué cosa triste…. un obrero trabajando para la elite». Esto muestra el descontento generado últimamente, incluso dentro de su propio partido, a consecuencia de la política que está llevando adelante.
Existen también en América Latina ejemplos de cooptación de agendas como han manifestado en este mismo foro organizaciones ambientalistas y defensoras de la igualdad de sexos. En el caso de la integración latinoamericana todavía deficiente, llama la atención la proliferación de distintas alianzas regionales, como lo observado recientemente en Cusco (Comunidad Sudamericana de Naciones), de dudosas perspectivas de funcionamiento. Paralelamente a estos acuerdos estrictamente regionales, el Acuerdo hemisférico de Libre Comercio de las Américas (ALCA) se encuentra estancado en términos formales, lo que en la práctica ha significado una seguidilla de acuerdos bilaterales de EE.UU. con varios de los países latinoamericanos a través de los cuales el país del norte avanza en su agenda. Frente a esta realidad de una integración fragmentada en el aspecto económico, resulta aún más restringida la unidad política regional.
S. Stockstrom, G. Gutiérrez y P. Visca son analistas de información en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología y Equidad- América Latina). Publicado en La Insignia el 28 de enero 2005.