¿Un Mercosur de derechos humanos abierto a la sociedad civil?

por Martín Pardo – A partir de una saludable iniciativa de la cancillería paraguaya, en ejercicio de la Presidencia Pro Tempore del MERCOSUR, a principios del presente mes de mayo de 2005 se realizó en Asunción del Paraguay la Primera Reunión de Altas Autoridades sobre Derechos Humanos del bloque. La misma no sólo contó con la participación de los gobiernos involucrados en el proceso de integración, sino que también preveía una instancia de intercambio con Organismos Internacionales y Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) de la región especializadas en materia de derechos humanos.

En el evento se hicieron presentes representantes gubernamentales de los países miembros, de los países asociados y de aquellos que se encuentran en proceso de incorporación al MERCOSUR. Del mismo modo participaron representaciones de la sociedad civil. CLAES estuvo en la cumbre como organización perteneciente al Capítulo Uruguay de la Plataforma Interamericana sobre Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo (PIDHDD). La Plataforma integra a otras casi mil organizaciones del continente, y convocó en Asunción a delegados de: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay.

La agenda marcaba el abordaje de una serie de temas que implican necesariamente asumir un mayor grado de compromiso por parte de los gobiernos, en lo que respecta a la promoción y protección de los DDHH. Las principales líneas de trabajo se orientaron a la discusión y aprobación de una cláusula sobre Derechos Humanos del MERCOSUR, en el marco de la cual se trataron específicamente: el Intercambio de información y cooperación para la prevención y el combate de la Trata de Personas, una iniciativa para la promoción y protección de los derechos de la infancia y adolescencia, la aplicación Interna de Normas y Decisiones de los Órganos del Sistema Interamericano de Derechos Humanos y en cuarto lugar el Derecho a la Verdad y a la Memoria.

Si bien durante la discusión que mantuvieron los representantes y especialistas de los gobiernos las organizaciones de la Sociedad Civil y los Organismos especializados en Derechos Humanos pudieron emitir su opinión y marcar posiciones, resultó bastante llamativo para quienes allí estuvimos observar como en el momento que las OSC tenían previsto para presentar sus propuestas y recomendaciones, eran muy pocos los representantes de los gobiernos del MERCOSUR que permanecían en el lujoso recinto del Hotel Excelsior asunceno.

La agenda de trabajo marcaba claramente en su quinto punto que al final de la jornada existiría una instancia para el “diálogo e intercambio con Órganos y Organismos especializados de las Naciones Unidas, la OEA y la Sociedad Civil”, sin embargo en los hechos ese espacio tuvo muy poco de intercambio y en todo caso se pareció bastante a un diálogo de sordos. Sólo unos pocos representantes de las cancillerías que allí quedaban, escuchaban con visible expresión de cansancio lo que los delegados de las OSC tenían para decir y proponer.

En definitiva, se trata de una señal interesante y alentadora en lo que refiere al tema Derechos Humanos en particular y a la consolidación de un MERCOSUR, que más allá de la dominante perspectiva comercial, coloque a las dimensiones socioeconómica, política y cultural en sus agendas. También es destacable la intención (y no mucho más que eso), de los gobiernos del bloque de abrirse a la participación a la Sociedad Civil en este tema, aunque en los hechos lo que percibimos estuvo bastante lejos de ser un verdadero intercambio.

Pensamos que para avanzar en un verdadero enfoque participativo del tema Derechos Humanos en el MERCOSUR se deberían incorporar una serie de criterios básicos y transversales al proceso: la participación abierta de las OSC y los movimientos sociales en la construcción de las agendas más allá de la asistencia a las reuniones de Altas Autoridades. La sociedad civil debe cumplir un rol preponderante, aportando insumos, experiencias e información, para la elaboración de una agenda de trabajo conjunta con los gobiernos en el marco del proceso de integración. Otro punto relevante tiene que ver con pensar los grandes temas desde una perspectiva regional. Muchas veces llama la atención ver como frente a problemáticas nacionales tan comunes, las estrategias de respuesta son tan diferentes. La coordinación y el fortalecimiento de políticas regionales resultan impostergables en esa línea. Finalmente también sería positivo redimensionar y rediscutir ciertos conceptos como los falsos nacionalismos, que pueden estar afectando los avances del bloque regional.

El MERCOSUR no puede ser exclusivamente un proceso que involucre a los gobiernos, restringiendo incluso los accesos a cierta información que se mantiene reservada. Debe abrir sus puertas a todos los actores recogiendo sus aportes y visiones, democratizando así el enfoque de la integración. En ese sentido la construcción de una ciudadanía regional se plantea como un desafío fundamental, que implica sensibilizar, informar, educar, abrirse a la participación para desarrollar una verdadera “cultura de la integración”.

La conformación de bloques regionales comunes, en función a ciertos valores y objetivos fundamentales, se constituye en una herramienta clave para avanzar en la exigibilidad y justiciabilidad de los derechos económicos, sociales y culturales (DESC) de los pueblos. Es por ello que cabe resaltar esta instancia desarrollada en Asunción, que ojalá no sea un mero hecho aislado y simbólico sino que se profundice y perfeccione hacia el futuro. La afirmación de los derechos humanos como eje de la integración es una apuesta de gran relevancia y alto contenido para los gobiernos.
M. Pardo es analista de información de D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad – América Latina).