Bolivia: el presidente Mesa y el abuso de la política de la renuncia

por Sanna Stockstrom – Después de haber anunciado dos veces su inminente renuncia en las últimas dos semanas, el presidente de Bolivia, Carlos Mesa, parece que finalmente decidió quedarse. No está claro si esa decisión será permanente, pero si es evidente que todos estos movimientos han acentuado las tensiones en el país.

Esta sucesión de vueltas a la noria se deberían, según el propio Mesa, primero a la izquierda radical (6 de marzo), y después por la derecha conservadora (15 de marzo) representada por los “partidos tradicionales”. En la primera oportunidad, Mesa puso a consideración su renuncia al congreso nacional, y fue rechazada dos días mas tarde. En la misma sesión se anunció un acuerdo nacional sobre una corta lista de puntos consensuados entre el poder ejecutivo y el legislativo para darle otra vez certidumbre y estabilidad al país.

Esa esperanza no duró por mucho tiempo, pues una semana después, el presidente Mesa en un nuevo discurso criticó al congreso nacional, ya que en su opinión no cumplía con el acuerdo y seguía en la lógica tradicional en búsqueda de ventajas (“cuoteos”) y chantajes. En ese discurso, Mesa sostuvo que las instituciones, especialmente el congreso nacional, sufrieron de una falta de legitimidad y confianza por parte de la población, y para salvar a la nación de una situación de crisis permanente presentó la idea de adelantar las elecciones generales. En lugar de seguir el cronograma constitucional (que indican los comicios para el 2007), Mesa propuso adelantarlo a agosto de 2005. Presentó un proyecto de ley con esa medida y lo envió inmediatamente al Congreso. Mesa acentúo la apuesta indicando que si los legisladores no aprobaban su propuesta de todas maneras dejaría el sillón presidencial.

La propuesta del presidente generó muchas reacciones negativas, no sólo por el hecho mismo de adelantar las elecciones, sino además por proponer que los próximos congresistas fueran a la vez los integrantes de la próxima Asamblea Constituyente. La propuesta de Mesa fue rechazada en el legislativo al día siguiente. Los congresales sostuvieron que adelantar las elecciones era inconstitucional. Sin duda hay otras razones para esa postura de los legisladores. En primer lugar se destaca la profunda crisis en la cual se encuentran los principales partidos. Los partidos tradicionales, como el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR), la Nueva Fuerza Republicana (NFR) y el Movimiento Izquierda Revolucionaria (MIR), que antes habían integrado el gabinete bajo la presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada, tienen muy poca legitimidad ante el electorado, y las encuestas les otorgan bajos índices.

El partido que representa muchos movimientos sociales y círculos políticos progresistas, el Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, también enfrenta problemas. A principios del año Evo Morales reclamó elecciones adelantadas y pidió la renuncia del presidente Mesa. Pero algunas medidas y declaraciones del MAS le restaron apoyo. Por ejemplo, los bloqueos en el Chapare cochabambino, la región cocalera en el centro del país, duraron tres semanas, generando pérdidas millonarias, lo que desencadenó pérdida de apoyo en las clases medias. Como conclusión, entre los partidos más importantes presentes en el congreso, a ninguno de ellos les favorece adelantar las elecciones.

El bloqueo carretero en el Chapare también fue uno de los factores aludidos por Mesa para culpar a Morales de “bloquear a Bolivia” e “impedir cualquier progreso y desarrollo”. Esos duros cuestionamientos rompieron las relaciones entre el líder cocalero y el presidente, un vínculo que antes había servido para que en varias ocasiones se lograran acuerdos que sostuvieron al país.

Tampoco puede olvidarse que el reciente “acuerdo nacional” logrado bajo la “primera” renuncia de Mesa, es un “giro” a la derecha, donde no participó el MAS. Bajo la “segunda” renuncia las criticas se enfocaron ahora en los partidos tradicionales y en la labor del congreso, al que culpa de la “ingobernabilidad del país”. El resultado es que el presidente Mesa acentúa su aislamiento, peleando con la izquierda y los movimientos sociales, y también con la derecha y los empresarios.

La pulseada contra el congreso no resultó, y en realidad Mesa dio un paso atrás y no presentó ninguna renuncia irrevocable, anunciando que finalmente se quedaría en el cargo de presidente. Si bien la situación fue confusa, se confirmaron esas declaraciones de Mesa y se mantiene en la presidencia.

Mesa se enfrenta a una situación aún más difícil, sin alianzas políticas y con los mismos problemas que en el primer lugar llevaron a esta situación conflictiva, como, por ejemplo, la polémica ley de hidrocarburos o la demanda por una asamblea constituyente. Jugar con una renuncia presidencial no es un recurso que se pueda hacer una y otra vez. La amenaza de la continuación, e incluso e agravamiento de la protesta social, se mantiene. Bajo esas circunstancias tanto el presidente como los demás líderes políticos enfrentan un enorme desafío en asegurar la gobernabilidad en Bolivia hasta las elecciones previstas en 2007. Por ahora se mantiene la incertidumbre no sólo sobre el presidente, sino sobre todo el país.

S. Stockstrom es analista de información en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad – América Latina) residente en La Paz (Bolivia)